El síndrome del impostor como detectarlo y lidiar con ello
¿Qué es el síndrome del impostor?
Muchas personas, a lo largo de su carrera profesional, sienten que viven en una continua «farsa» y que en cualquier momento van a descubrir que realmente no «vale» lo que todo el mundo piensa. Si alguna vez te has sentido así tranquilo, no eres el único.
El síndrome del impostor es un fenómeno psicológico en el que la persona que lo sufre tiene una constante y acentuada sensación de inseguridad relacionada con los logros laborales.
Pero, ¿Cuáles son las causas de este fenómeno, cómo sé si estoy sufriendo el Síndrome y cómo pongo fin a ello?
La diferencia entre enfermedad y síndrome es que la primera obedece a unas causas concretas con unos síntomas concretos. Mientras que los síndromes presentan un espectro sintomatológico común que obedece a diferentes causas.
Algunos de estos síntomas son:
- Sentir que has llegado a donde estás hoy porque has tenido suerte. No por tus habilidades, constancia o esfuerzo.
- Basar tu autoestima en la forma que percibes tus propias habilidades. Si piensas que el resultado de todo lo que haces es coincidencia o suerte, no reconoces en ti mismo el valor de lo que aportas. Por lo que tu percepción sobre tí mismo es muy negativa
- Sentir que necesitas que todo salga perfecto para que el trabajo esté bien hecho.
- Desmotivación asociada a la falta de confianza personal.
- Sacrificar tu propio bienestar para realizar más trabajo.
- La necesidad de aislamiento, para que nadie descubra tu «secreto»
- Ansiedad, tristeza, depresión, desesperanza.
- Agotamiento mental y físico. Cuando uno experimenta este fenómeno, los niveles de ansiedad y estrés se elevan dejando a tu sistema nervioso en un constante estado de alarma o supervivencia. El cuerpo humano no está diseñado para mantener estos niveles de estrés de manera prolongada en el tiempo, dejando un estado de agotamiento mental y físico.
- Sentir que en cualquier momento van a descubrirte. Esta sensación es una representación real del miedo. El miedo, al contrario que el riesgo, el peligro o la amenaza, solo existe en nuestra cabeza. Mientras que el peligro es algo tangible, el miedo solo vive en nuestra mente. Sin embargo, nuestro cerebro es incapaz de diferenciar el miedo por una amenaza real (un león va a atacarnos) que el miedo por una amenaza imaginaria (nos imaginamos que un león nos ataca, o en este caso, «va a descubrir que soy un fraude»). La respuesta física es la misma: segrega altos niveles de cortisol (la hormona del estrés), adrenalina y activa nuestro sistema nervioso para dar respuesta a ese miedo.
- Establecer expectativas imposibles de alcanzar: esto ocurre muchas veces tanto por la necesidad de «ser el/la mejor» y buscar la perfección, como también para auto sabotear nuestro éxito.
Esos son algunos de los síntomas que las personas que sufren este fenómeno experimentan. Sin embargo, es importante también conocer las causas. ¿Por qué me siento de esta manera? Aunque es algo que todo el mundo en un momento de su vida puede experimentar, este síndrome se presenta normalmente en:
1. Personas con baja autoestima
2. Historial académico poco relevante, con numerosas críticas durante la infancia o la adolescencia
3. Falta de seguridad personal
4. Pérdida de confianza en uno mismo
5. Inseguridad por anteriores experiencias vividas.
Formas de lidiar con el Síndrome del Impostor
Creemos que no hay nada mejor que el acompañamiento psicológico o terapéutico de la mano de un profesional. Sin embargo, existen prácticas diarias que pueden ayudarnos a reducir estas sensaciones:
- Céntrate en los hechos. Es complicado ser objetivo cuando te invaden sentimientos tan poderosos. No puedes evitar que tu cerebro cree historias, pero puedes elegir céntrate en los hechos más que en las historias.
- Valida lo que sientes y déjalo ir: es insostenible la negación de lo que uno siente por reconocer que «no es acorde con la realidad». Es mucho más sano reconocer y validar lo que uno siente y de manera consciente decidir no darle tanta importancia.
- Comparte lo que sientes: por dos razones. por un lado, el síndrome del impostor te aísla de los demás, por lo que no comunicarlo nutre el círculo vicioso. Al verbalizarlo y compartirlo rompes ese ciclo y tomas control de la situación. Por otro lado, comunicándolo puedes encontrar apoyo o reconocimiento en los demás o incluso ver que hay más gente en tu situación ( casi el 62% de la población trabajadora del mundo se ha sentido así alguna vez)